lunedì 19 settembre 2011

La mujer Verde


Desde hace unos días la mujer verde se sentía muy triste. No había niños en el parque, no había entonces abuelos y abuelas que jugaran con ellos. 

¿Dónde estaban todos los niños y sus abuelitos? Pues, lo raro, era que también faltaban los que hacían futin.
-¿Pero que pasa? Nadie sale más de su casa? ¿Qué habrá pasado? pensaba la mujer verde.
Estaba muy enfadada, pero podía disfrutar de toda la tranquilidad que reinaba en el parque mismo. Se oía solo el canto de las hojas.

Los dos hermanitos Guille y Pablo siempre se quedaban en casa jugando a la consola. Ya se habían olvidado del parque en el que jugaban hace hasta unos días.

También la guapísima chica rubia no salió más al parque, le gustaba más su tapis roulant.



Mientras tanto que los días pasaban, la mujer verde, que siempre había tenido esperanza que la gente volvería al parque a tomar un poco de aire, empezó a enfadarse. Se enfadó tanto que una tarde se levantó del banco donde siempre descansaba y grito fuerte, para poder sacar toda su rabia.
El corazón de la mujer verde estallo', y ahora en el parque abandonado, hay una estatua gris de una mujer rodeada por arboles y hojas moribundas de un color indefinible. Y eso es: cuando acaba la esperanza, empieza la rabia que te absorbe todas las fuerza hasta que no puedes ni siquiera moverte más.

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