Desde hace unos días la mujer verde se sentía muy
triste. No había niños en el parque, no había entonces abuelos y
abuelas que jugaran con ellos.
¿Dónde estaban todos los niños y sus abuelitos?
Pues, lo raro, era que también faltaban los que hacían futin.
-¿Pero
que pasa? Nadie sale más de su casa? ¿Qué
habrá pasado? pensaba la mujer verde.
Estaba muy enfadada, pero podía disfrutar de toda
la tranquilidad que reinaba en el parque mismo. Se oía solo el canto
de las hojas.
Los
dos hermanitos Guille y Pablo siempre se quedaban en casa jugando a
la consola. Ya se habían olvidado del parque en el que jugaban hace
hasta unos días.
Mientras
tanto que los días pasaban, la mujer verde, que siempre había
tenido esperanza que la gente volvería al parque a tomar un poco de
aire, empezó a enfadarse. Se enfadó tanto que una tarde se levantó
del banco donde siempre descansaba y grito fuerte, para poder sacar
toda su rabia.
El corazón
de la mujer verde estallo', y ahora en el parque abandonado, hay una
estatua gris de una mujer rodeada por arboles y hojas moribundas de
un color indefinible. Y eso es: cuando acaba la esperanza, empieza la
rabia que te absorbe todas las fuerza hasta que no puedes ni
siquiera moverte más.
Nessun commento:
Posta un commento